5 Signos para detectar el Bullying o Cyberbullying. Cuando los compañeros se vuelven enemigos. 

octubre 08, 2016

El término “bullying” (o “acoso escolar” en español)  hace referencia a las actitudes agresivas que se manifiesta entre pares en el ámbito escolar, y que se presenta bajo la forma de una conducta intencionada y repetida, y no como episodios esporádicos. La mayoría de los agresores (que pueden ser grupos o una sola persona) actúan abusando de su poder y tratando de forma tiránica a un compañero al que hostiga, oprime y atemoriza repetidamente, atormentándolo hasta el punto de convertirlo en su víctima habitual. El fenómeno se encuentra muy generalizado, de modo tal que aproximadamente 4 de cada 10 jóvenes de entre 13 y 16 años refieren haber sido víctimas de bullying.

La forma en que se presenta puede variar, entre ellas se puede mencionar:

  • Maltrato físico: como las diversas formas de agresión y los ataques a la propiedad.
  • Maltrato verbal: como poner apodos ofensivos, insultar, ridiculizar, contestar con malos modos, hacer comentarios racistas.
  • Maltrato psicológico: mediante acciones encaminadas a erosionar la autoestima y fomentar sensaciones de inseguridad y temor.
  • Maltrato social: especialmente manifiesto en la propagación de rumores descalificadores y humillantes que promueven la exclusión y el aislamiento del grupo.
  • Maltrato indirecto: cuando se induce a agredir a un tercero.
  • Abuso sexual.

Es importante destacar que se trata de un fenómeno social complejo, y no de situaciones individuales puntuales. En este sentido, existen ciertos roles que se reproducen de forma más o menos constantes en los episodios de Bullying. Los mismos pueden resumirse de la siguiente forma:

  • Agresor/a: puede actuar solo y/o en grupo. Es quien ejerce la actitud de acoso.
  • La víctima: con frecuencia se encuentra aislada. Es quien recibe el acoso y cuenta con pocas herramientas para detenerlo por su propia cuenta.
  • Los compañeros o espectadores: es frecuente la falta de apoyo por parte de los compañeros que, en el mejor de los casos, observan sin intervenir y con frecuencia se añaden a las agresiones y amplifican el proceso. Esto se explica por un lado por el miedo a caer en el mismo rol que la víctima y además, por el fenómeno de imitación. El grupo de pares es el principal factor de mantenimiento de las conductas de acoso.
  • Los adultos (madres, padres, maestros y otras autoridades): a menudo sólo detectan el problema cuando ha tomado unas proporciones evidentes y con frecuencia graves. En otras ocasiones, aunque toman conciencia del mismo de forma temprana, lo minimizan, o no encuentran la forma de intervenir sin empeorar la situación. Esto se ve agravado por el hecho de que en general, los chicos evitan informar al adulto sobre la situación, ya sea por vergüenza, o por miedo a las represalias.

Las consecuencias para la victima de bullying han sido estudiadas a lo largo de estos años, e incluyen trastornos de ansiedad, estrés postraumático, depresión, aislamiento social, síntomas físicos, imagen negativa de si mismos, entre otros. No obstante, contrario a lo que se suele creer, también existen consecuencias negativas para el hostigador, entre las cuales se destacan dificultades para la adaptación escolar (y posteriormente laboral), consumo de sustancias, dificultades para comunicarse asertivamente y tendencia a desarrollar una personalidad antisocial.

Cabe destacar que aunque es cierto que el bullying no es un fenómeno de aparición reciente, sino que por el contrario ha existido desde hace mucho tiempo, si es cierto que en los últimos años ha adoptado características diferentes que, en cierto sentido, complejizan su naturaleza. Esto ha sucedido en gran medida a partir del acceso generalizado de la población a internet y el posterior surgimiento de las redes sociales. Aparecen junto con estas nuevas formas de socializar nuevos mecanismos para generalizar la conducta de hostigamiento. El llamado “ciberbullying”. En este sentido, las redes permiten, a grandes rasgos, amplificar el fenómeno de dos formas. Por un lado, pueden darse situaciones donde los espectadores graban o fotografían la situación de acoso y la suben a internet, donde alimentan la posibilidad de re traumatizarían constante para la victima que, ya habiendo padecido el episodio en vivo, debe además exponerse a sus repeticiones en la red. Por otro lado, las redes sociales ofrecen un nuevo terreno donde el acoso se vuele un fenómeno constante. En la actualidad, ni aún fuera del colegio la victima está libre del hostigamiento, ya que constantemente puede verse invadido de publicaciones, mensajes, amenazas, etc., que llegan a él de forma directa por internet. Fenómeno empeorado por la posibilidad de anonimato que ofrecen algunas redes.

Teniendo en cuenta todos estos datos, resulta fácil comprender que el fenómeno de bullying no puede desestructurarse simplemente con una intervención puntual o trabajando solo con la victima. En la mayoría de los casos, hace falta una intervención contextual, que ponga en evidencia lo que esta sucediendo y permita a los jóvenes desarrollar una actitud empática hacia sus compañeros. Si el agresor no es consciente del sufrimiento de su víctima, y es además premiado con risas de los espectadores, es poco probable que los episodios se detengan.

            Es necesario destacar que para trabajar en la desarticulación de estas situaciones es necesario primero detectarlas.  Suelen estar muy naturalizadas entre los grupos de jóvenes, por lo que es imprescindible que los adultos estén atentos a cambios en sus hijos o alumnos que puedan estar evidenciando que son víctimas de este proceso.

Estos signos pueden ser variados, desde:

  1. cambios de humor,
  2. rechazo a asistir al colegio,
  3. bajas calificaciones,
  4. cambios en los hábitos alimentarios
  5. cambios en las rutinas de sueño, entre otros.

Es importante que ante la duda el adulto presente un espacio seguro para que el joven pueda expresar sus miedos, y de este modo, comenzar a trabajar en la resolución del problema. Para un joven que sufre estos hostigamientos de forma cotidiana, el hecho de ser escuchado, y que alguien valide sus sentimientos, ya es un gran paso. Sabe al menos que ya no esta solo.

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