El divorcio de una pareja con niños pequeños o adolescentes, implicará una reacomodación en todos los ámbitos de la vida cotidiana de la familia primaria y extensa, de los ámbitos sociales y laborales, donde se encuentran insertos.
En algunos casos esta reorganización comenzó a ser planeada cuando se inició el proceso de separación.
Para muchas parejas, el divorcio resultará justamente, una solución que han planeado siguiendo ciertos pasos: reflexión, revisión de opciones, evaluación del impacto, planificación, asesoramiento, y finalmente, toma de decisiones.
Puede suceder que la pareja en tren de divorcio, no haya tenido posibilidad de revisar con anticipación los cambios que se iban a desencadenar a partir de su decisión.
Siempre se está a tiempo de desarrollar un “organigrama de emergencia”.
En la mayoría de los casos esto quedaba en manos de la mujer, pero hoy día muchos hombres necesitan participar de esta organización y no quedarse afuera. Ambos buscarán entre sus recursos:
- Planteándose francamente un esquema operativo realista (con lo que se cuenta).
- Revisando la propia situación de cambio.
- Preguntando a padres – suegros, hermanos – tíos y amigos, cómo y cuánto y durante qué lapso pueden colaborar operativamente y, si es necesario económicamente.
- Reorganizándose con esquemas de prueba, hasta ir encontrando la forma más cómoda para todos.
El cambio desde un escenario de familia “tipo”, hacia uno de padres en no convivencia, será un proceso doloroso pero no necesariamente regresivo.
Dependerá de la confianza en la decisión que se tomó, de la posibilidad de duelar lo que se perdió, y de la creatividad para reformular los proyectos con entusiasmo, para la nueva etapa que se inicia.
En el consultorio , vemos algunas constantes, que incrementan el dolor de las parejas que están atravesando un divorcio:
- Se pretenden saldar “cuentas pendientes”.
- Se instala, uno o ambos miembros de la pareja en el resentimiento.
- Se desperdicia tiempo y energía en negar el cambio.
- Se confunde el pedir ayuda, con ser dependiente.
- Se demanda y/o exige en lugar de pedir ayuda.
Algunas veces, entonces, el dolor y/o el rencor dificultan el proceso, impidiendo lograr acuerdos para el futuro.
Es entonces cuando recomendamos consultar a los profesionales especializados, que ayudarán a habilitar momentos específicos, para la expresión de alternativas y de nuevas maneras de ir definiendo las situaciones a resolver.
Les mando un cordial saludo,
Perla
Por:
Lic. Perla Beatriz Pilewski – Psicoterapeuta. Mediadora. Especialista en Vínculos.