Las temperaturas altas y carencias de rutinas estimulan el placer.
En el verano todo es diferente, los cuerpos se dejan ver. La luz nos ofrece algo más de tiempo para disfrutar del día, y también de nuestra sexualidad.
Por otro lado, ¿qué sentido tienen las vacaciones si no es pasarla bien? De movida hay una actitud y una expectativa que nos anima de manera particular, mucho más receptiva a los placeres. Y esta actitud va más allá de las vacaciones. En diciembre, cuando empiezan los días lindos, nos predisponemos de otra manera, nos permitimos una escapada de fin de semana, más salidas nocturnas, más disfrute, en todo sentido.
Si bien estas son sólo intuiciones, no basan en estudios científicos, aunque si hay mayoría de nacimientos a fin de año es porque la actividad sexual de esta temporada es mayor.
Además del estado de ánimo y la buena predisposición, hay otros factores que nos inducen al placer. La realidad es que la totalidad de la actitud psíquica es temperatura dependiente y la sexualidad no es la excepción. En esta temporada hay más actividad sexual, de la misma manera que hay actividad en todo sentido. El hipotálamo, una zona ubicada en el centro del cerebro, se influencia por los efectos lumínicos y térmicos, por lo cual, a mayor cantidad de luz y temperatura, mayor secreción de todas las hormonas, sobre todo las sexuales, como la testosterona: la hormona del deseo en mujeres y varones.
Por otro lado, lo que se ve es diferente: en invierno estamos completamente cubiertos de ropa, en cambio en verano, el atuendo es desenfadado. Esta exhibición produce la estimulación visual del varón y eso, a la vez, genera algo más de galantería, el discurso aumenta y resulta estimulante para la mujer. En cambio la mujer es más auditiva y táctil. Entonces, si a una mujer empiezan a decirle palabras un poco más interesantes y estimulantes que lo habitual al oído, reacciona con una respuesta más exagerada que la de siempre. Es maravilloso como dos metros cuadrados de piel nos contactan de otra manera.
Todo indica que, efectivamente, la temporada estival favorece la actividad sexual. Los amaneceres en la playa, las nochecitas de verano en una ciudad que respira después de un día agobiante.
Hay que entender que la sexualidad es ofrecer un rico cafecito, o un chocolate. Darse un abrazo en medio de la tarde, hacer que las pieles se junten porque sí. Los sexólogos trabajamos para estos encuentros las 24 hs por día. De lo que menos nos ocupamos es del coito, porque en todo caso, es lo que viene después, por añadidura. Y durante el verano, viene con mayor asiduidad.
-Marta Rajtman- Sexóloga-