Padres separados: ¿Con quién pasan las fiestas los chicos? Muchas veces los adultos no saben cómo ponerse de acuerdo sin llegar a una discusión. Pautas para evitar conflictos en estas fechas.
Llega fin de año, y con ello, el momento de organizar las fiestas. Para muchas familias, esto no es más que una rutina que (aunque estresante) no implica más que seguir una cierta receta general. El caso es diferente para las familias con padres separados (más aun si estas son las primeras fiestas desde la separación). En este caso se plantean nuevos interrogantes que dificultan el “plan básico”. Ahora no solo hay que elegir el menú y los regalos, sino dónde pasarán los chicos las fiestas, quienes estarán presentes, quien fija las reglas, etc.
Contrario a lo que muchos padres y madres suelen pensar (con la mejor de las intenciones), no es recomendable hacer que los hijos decidan donde pasarán cada una de las fiestas. Aunque en primera instancia parezca una solución democrática y que pone a los hijos como prioridad, lo cierto es que carga a los más jóvenes con la difícil responsabilidad de tomar una decisión que corresponde a los adultos. Los niños fácilmente se sienten culpables por decidir por una u otra opción (creando fantasías de abandono de un progenitor), y por otro lado, sienta las bases para un sistema de reglas difuso, donde son los hijos y no los adultos los que determinan las reglas.
La opción ideal es que los padres puedan acordar una noche cada uno para pasar con sus hijos (navidad y año nuevo respectivamente). La propuesta seria que cada año se turnaran las noches para establecer un sistema justo.
Es cierto que ante esta idea aparece un plan alternativo por el que algunos padres deciden optar: pasar ambos las fiestas con sus hijos (más allá del hogar donde se lo haga). Si bien a primera vista pareciera un plan ideal para los hijos, lo cierto es que acarrea consigo detalles que pueden complicar la situación. En primera instancia, los hijos de padres divorciados suelen sostener el deseo de que sus padres vuelvan a estar juntos, y con ello, la fantasía de que es posible. En este sentido, los niños suelen connotar cualquier acercamiento entre los padres como una muestra de “resurgimiento del amor”, mensaje que puede llegar a confundirlos y terminar en decepciones. Por otro lado, por más que padre y madre decidan pasar juntos las fiestas, lo cierto es que ahora los niños tienen dos hogares (uno perteneciente a mamá y otro a papá). Si el evento se realiza en la “casa de mamá” y de pronto papá quiere imponer las reglas de su propia casa, no solo estamos ante territorio propicio para germinar discusiones, sino que además los hijos se convierten en espectadores de un show donde ambos padres se desautorizan entre si diluyendo las normas del hogar.
En éste sentido, lo ideal es que cada uno de los padres respete el hogar del otro, y en este sentido, deje establecer sus propias reglas. Los niños tienen ahora dos hogares, y cada uno de ellos tiene sus propias normas.
Incluso es saludable que se piense en la posibilidad de crear nuevas costumbres en cada uno de los hogares. Esto permite remplazar viejas tradiciones y evitar la sensación de que ya no hacen las cosas todos juntos como antes.
Es importante, por otra parte, que tanto padres como madres no hagan comentarios despectivos del otro progenitor cuando los niños van a pasar las fiestas en la otra casa. Y esto incluye comentario sobre los nuevos integrantes de la familia (en caso de familias ensambladas). También deben evitarse mensajes que revistan ambigüedad o que dejen en claro la disconformidad de uno de los padres con los planes, como “justo que viene tu abuelo te vas a pasar navidad con papá” o “te toca pasar navidad con mamá, obviamente entonces no vas a tener regalo en mi casa”. Los adultos han tomado una decisión, debe transmitirla con claridad, firmeza, y no cargar a los chicos con responsabilidades. Estos comentarios solo cargan de culpa y angustia a los niños y no llevan a ninguna solución. Aún si la separación no ha sido en buenos términos, los adultos deben recordar que se divorcian de sus parejas, no de sus hijos, por lo que es importante evitar estas situaciones donde los hijos sienten que deben elegir un “bando”.
Gonzalo Romero
Lic. en Psicología