Ya van 3 meses de cuarentena y durante este proceso hemos acompañado a multitud de familias mientras atraviesan este contexto de cambios e incertidumbre. Hoy nos gustaría hablar del impacto que esta situación de encierro puede tener en los niños y adolescentes, y especialmente mencionar indicadores a los que debemos prestar atención a la hora de monitorear el estado de ánimo de nuestros hijos. Es importante señalar que cada uno de estos aspectos puede estar presente como parte normal del proceso emocional que implica
la cuarentena, y solo debemos preocuparnos cuando el mismo se exhibe de forma intensa o se sostiene en el tiempo.
Una de las primeras señales de malestar que mostraron los niños (principalmente en las primeras etapas) fue un crecimiento virulento del miedo a la muerte. Ya sea en relación a ellos mismos o a familiares, el miedo a la muerte fue alimentado principalmente por las noticias a las que de preferencia los niños no deberían estar expuestos. Esta situación en la mayoría de los casos fue acompañada por episodios de insomnio, siendo la noche el momento en que estos miedos aparecen con mayor fuerza en la mente de los menores. Si bien en muchos casos han cedido con el paso del tiempo, en muchos otros persiste o se modifica principalmente evolucionando en dos formas de fobia específica:
- Miedo a la separación: sensación de angustia extrema cuando alguien de la familia tiene que irse del hogar, ya que temen que pueda pasarles algo.
- Preocupación por contaminación y contagio: sensación de ansiedad incontrolable causada por la preocupación constante de encontrarse con el virus en cualquier superficie o en el contacto cotidiano con otros (incluso sin salir de casa).
Pero no todos los chicos manifiestan su malestar desde el miedo. En muchos casos, la irritabilidad y la alteración de la rutina a la que estaban acostumbrados se manifiesta a través de explosiones de ira. Se observa una marcada tendencia a los enojos incluso en situaciones que parecen no tener disparador claro. Es importante señalar en este punto que aunque las pautas de límites deben ser claras, la irritabilidad es una de las manifestaciones más genuinas de malestar emocional en niños, por lo que es necesario generar espacios de expresión donde puedan hablar de los que les pasa. En este contexto, la mayor parte de niños enojados son, en realidad, niños angustiados.
Por último nos gustaría hablar de un grupo de factores que, aunque son comunes a todas las edades, se presentan con mayor frecuencia en adolescentes y debemos estar atentos a ellos. Hablamos de la tendencia al aislamiento social (facilitado por la cuarentena) y la pérdida de interés general. Estos factores, que parecerían totalmente justificados por el contexto, son el caldo de cultivo predilecto para el desarrollo de una depresión. Sumado a la disminución de la actividad física obligatoria, deberíamos prestar especial interés a estos niños que “no hacen ruido”, “no molestan”, “se adaptaron muy bien a la cuarentena, prefieren estar así”. No olvidemos que en un contexto así como se mencionó al principio, el malestar es esperable, y estos estados de indiferencia pueden ser más perdurables y profundos que una irritabilidad pasajera.
Si estás observando alguna de estas señales en tus hijos, desde Centro IDEA podemos ayudarte. Contamos con profesionales especializados en psicoterapia infanto-juvenil y ofrecemos espacios de orientación a padres por modalidad virtual para acompañarte en este proceso. Contactanos para acordar una entrevista inicial y abordaremos juntos tus
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