Los conflictos inherentes a los vínculos entre los padres y los hijos adolescentes se agravan con esta convivencia. Los adolescentes necesitan poner distancia, guardar secretos, tener privacidad.
Los adultos somos los responsables emocionales de nuestros hijos adolescentes! Para ayudarlos primero debemos estar bien nosotros.
En este momento de aislamiento donde todos estamos más sensibles es importante bajar la autoexigencia, y aprender a tolerar nuestra propia incertidumbre.
Es importante como adultos reconocer lo que nos pasa para poder empatizar con ellos.
No hay recetas mágicas!
Los adolescentes necesitan autonomía. Tener su espacio y los adultos debemos permitirles que su cuarto se transforme en su refugio. Acompañarlos sin invasión.
Vivimos un momento de explosión de las emociones por lo que es una gran oportunidad para mirar a nuestros hijos e hijas y conectar con ellos.
Que sepan que confiamos en ellos y ellas, que los valoramos, que comprendemos por lo que están pasando.
Acompañarlos en sus opiniones ayudará a generar menos conflictos en casa, les permitirá sentirse más responsables por sus actos, los motivará a aprender.
Generar espacios de diálogo, de estimulación e intercambio de ideas.
Dar lugar a la frustración y a la tristeza.
Responder desde su mirada no necesariamente desde lo que a nosotros como adultos nos gustaría.
Es una gran oportunidad para que aprendan por imitación. Somos sus modelos y estamos muy cerca.
Lograr convivir en armonía respetando los tiempos de todos, los de ellos y los nuestros.
Estar atentos a sus cambios. Observar posibles síntomas que puedan aparecer.
Ayudarlos a ordenarse de manera positiva, no imperativa.
Mientras mayor sea el acompañamiento y la mirada respetuosa y amorosa de los adultos que los acompañan mayor será el fortalecimiento que dejará este tiempo en casa.
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