El “éxtasis” (3,4-metilendioximetanfetamina o MDMA), también conocida como “Eva”, “Adán”, “pastilla del amor” o “droga de los abrazos”, se trata de una droga de fabricación ilegal, cuya venta y consumo ha ido aumentando en los últimos años en nuestro país. Aunque su consumo estuvo en un comienzo ligado principalmente a las fiestas electrónicas y a la cultura Rave, actualmente se ha extendido a boliches bailables y fiestas privadas. Normalmente circula en forma de comprimidos con formas variadas, aunque también puede ingerirse inhalanda en polvo.
Los efectos de esta droga son muy codiciados en los entornos mencionados. La estimulación sensorial que produce la música electrónica, sumada a la de la iluminación existente en este tipo de eventos, suelen ser acentuados por los efectos de la droga, creando sensaciones psicodélicas placenteras. Además, los efectos estimulantes de la droga producen sensaciones de euforia y bienestar, además de reducir la fatiga ocasionada por las horas de baile.
No obstante, entre los más jóvenes (dada la importancia de la aceptación del grupo de pares), los efectos más buscados son aquellos que le dan sus nombres alternativos a la droga. Este químico estimula zonas cerebrales relacionadas con la empatía y la inhibición social, inhibiendo la recaptación de neurotransmisores como la serotonina y estimulando su liberación. El resultado es la sensación de desinhibición, aumento de la sociabilidad, mayor facilidad para comunicarse con otros y sensación de sostener vínculos cercanos con los presentes. Además, entre otros efectos codiciados, la droga produce un aumento en la percepción de nuestros sentidos, y especialmente, una intensificación de las sensaciones que acompañan a un encuentro sexual.
Ahora bien, más allá de los efectos anhelados que podría brindar esta droga, lo cierto es que son más aun los efectos adversos que puede acarrear, principalmente por sus características de circulación. Al ser una droga de distribución ilegal, no existe una regulación que asegure siempre la misma dosis química en los comprimidos, por lo que evitar una sobredosis terminará siendo siempre un ejercicio librado al azar. Por otro lado, dado que el cuerpo humano desarrolla tolerancia a esta sustancia, el consumo suele ir acompañado de un aumento en la dosis y una paradojal baja en los efectos deseados.
El principal factor de riesgo al consumir éxtasis es la deshidratación. Dado que esta información es muy conocida entre quienes consumen esta sustancia, los mismos emplean estrategias como tomar agua de forma constante durante la noche para evitar este perjuicio. Paradójicamente, esta estrategia termina convirtiéndose en muchos casos en el verdadero problema, ya que la ingesta excesiva de agua baja de forma drástica los niveles de sodio en la sangre y produce riesgo de muerte.
Entre otros efectos adversos que pueden acompañar el consumo de esta sustancia se encuentran: aumento de la presión arterial y ritmo cardiaco, ansiedad, paranoia, insomnio, nauseas y vómitos, disfunción eréctil, bruxismo, convulsiones, hemorragia interna, pérdida del conocimiento y coma.
A largo plazo, la exposición a esta sustancia puede dañar los sistemas serotoninérgicos cerebrales. Pueden producirse además alteraciones cognitivas permanentes como fallas en la memoria, alteraciones en los ritmos del sueño, etc.
Por todo esto es importante que los padres puedan hablar con sus hijos sobre responsabilidad y límites en cuanto al consumo de sustancias, dado que hoy en día no existe una forma “segura” de consumir esta droga. Es necesario informar a los jóvenes sobre sus riesgos y ayudarlos en la prevención, ya que como lo fue y sigue siendo el alcohol, estas drogas muchas veces se presentan como la “prueba” para lograr pertenecer a un grupo.
Lic. Gonzalo Romero